Cualquiera que se considere enológicamente analfabeto sabe que el vino no es un producto sino un mundo. Que se consume por boca, nariz, vista y olfato. Pueden observarse tantos matices como profunda sea la cata. Un hermoso amarillo pajizo, una nariz frutal en su punto justo, durazno blanco, damasco y algo herbal. ¿A qué saben los perfumes? Si los vinos huelen, las fragancias saben. Los perfumes tienen partida de nacimiento, alma y vida. Y a la hora de elegir perfumes, los consumidores cada día se interesan más por la historia que inspira a cada nueva creación. Hasta el punto de que las nuevas tendencias en perfumería revelan que son muy frecuentes los consumidores que adquieren una fragancia sin ni siquiera haber probado la esencia.
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