Como ya os hemos contado en anteriores ocasiones, las fragancias tienen un poder asombroso. La sensación de bienestar también llega a través del sentido del olfato, pues los olores influyen en nuestro estado de ánimo. Del mismo modo que elegimos un perfume según personalidades, gustos e incluso intenciones (no es lo mismo tener una cita romántica que asistir a una entrevista de trabajo), también conviene escoger los olores para las diferentes estancias del hogar.
Así, para el dormitorio no van nada mal la manzanilla, la lavanda o incluso el jazmín, ya que son olores que transmiten tranquilidad y tienen la capacidad de relajarnos para conciliar el sueño.
Ahora bien, si cambiamos de sala y nos dirigimos al cuarto de estudio o de trabajo, entonces deberemos optar por, por ejemplo, la menta. Ésta despeja la mente y tiende a mejorar el enfoque y la concentración.
El aroma de frutos rojos, por su parte, es ideal para el salón. Estos frutos (frambuesa, mora, arándanos rojos, cereza, etc.) son ricos en vitamina C y despiertan un sentimiento positivo, al tiempo que emanan energía. La bergamota y la naranja también son una buena opción para fomentar la comunicación familiar.
El limón es un gran aliado para la cocina. De hecho, con la simple cáscara puedes hacer maravillas. La piel de este cítrico dará buen aroma en la nevera. Otra opción sencilla pasa por hervir rodajas de limón para que los malos olores desaparezcan de la sala de los fogones.
Y vuestro hogar, ¿a qué huele? 🙂