Pocas personas pueden presumir de haber explorado el mundo de la moda y belleza desde tantos ámbitos como Mayte de la Iglesia (@maytedlaiglesia). Su destacada carrera como modelo fue solo el pistoletazo de salida para una trayectoria vertiginosa como diseñadora, estilista, redactora, diseñadora, docente y, sobre todo, bloguer. Su página M.I.T ME se ha convertido en uno de los espacios de referencia del país y no hay red social que se le resista. Mayte de la iglesia es, sin duda, uno de los nombres más influyentes de la moda patria.
Aparte de bloguera, eres modelo, estilista, docente y colaboradora en medios como Grazia e incluso diseñadora. ¿Con cuál de todas las vertientes del mundo de la moda te quedas?
Bueno, por orden de cómo comencé a trabajar en moda lo primero sería modelo, luego blogger, después colaboradora en medios como redactora y estilista, luego docente y por último, una intentona de comercializar mi propia firma. De todas me quedo, sobre todo, con lo aprendido y con lo que sigo aprendiendo cada día. El mundo de la moda está en constante evolución y trabajes en el sector que trabajes te tienes que adaptar para seguir siendo competente.
Empezaste como modelo, ¿cómo fue la transición de las pasarelas a la comunicación de moda?
Gracias a un Master (y a que tuve que hacer un parón en mi carrera por haber cogido algunos kilitos de más… jajaja) en Comunicación y Marketing de Moda que me abrió los ojos sobre en qué podía seguir trabajando dentro del mundo de la moda, que desde siempre me ha apasionado. Me pilló en el 2007, el año en el que comenzaban a surgir los blogs y todo fue muy natural. Al final, es un entorno en el que vas dando pasos de manera constante, bien porque tú los sugieres o creas, bien porque llegan los proyectos a tu email.
¿El fenómeno bloguer y las redes sociales están haciendo más accesible el mundo de la moda?
Sin duda. El mundo de la moda siempre se caracterizó por ser muy hermético y de pronto ves a las marcas retransmitiendo en directo con Snapchat su desfile, el making of de una producción o la fabricación de su bolso más emblemático. Eso hace unos años era impensable.
Fuiste imagen de L’Oreal durante mucho tiempo. ¿Qué aprendiste entonces en el ámbito de la belleza?
Otra vertiente del mundo de la belleza. Hasta entonces solo lo conocía en mi faceta de modelo, pero ser embajadora de una firma conlleva compromisos como saber los usos y beneficios de los productos, interesarse por las fórmulas, preguntar por aquello que siempre quisiste saber sobre experimentación con animales… y, sobre todo, ser una privilegiada al tener las novedades de cada temporada antes que nadie y en todos los colores. Tengo un arsenal de maquillaje increíble.
¿Eres fiel a un perfume o te gusta experimentar?
Soy fiel a un perfume: Bois d´Argent de Christian Dior (de hombre), pero me dura un frasco una eternidad porque no soy nada de perfumarme en exceso. Luego tengo la suerte de experimentar con todas las novedades que salen al mercado gracias a que en prensa nos las suelen enviar a la redacción o invitarnos a los eventos de lanzamiento, pero en rara ocasión las incorporo al uso diario. Casi las veo como algo exquisito que coleccionar. Los frascos son preciosos.
¿Qué es lo que buscas en una fragancia?
Que no sea frutal, que no sea dulzona y que no apeste a ambientador. Me gustan las fragancias masculinas, muy sutiles.
¿Qué crees que puede decir un perfume de la persona que lo lleva?
No creo que lancen un mensaje, los veo simplemente como un aditivo al estilo y personalidad de cada uno, e incluso a las distintas situaciones, ahora se cambia de perfume de la noche a la mañana, o del invierno al verano. Aún así, como tengo mucha memoria olfativa y detecto rápidamente perfumes que son populares me resulta curioso ver como gente tan dispar utiliza el mismo perfume. A mí me ocurrió con Gucci Rush, que lo utilicé hace 15 años, luego dejó de comercializarse, y no hace mucho me crucé con una señora en el metro que lo llevaba… y se lo dije… jejeje. Y efectivamente era Gucci Rush. Quien lo llevaba era una señora bastante mayor. En cambio, cuando yo lo utilicé tenía 20 años. Ahora sería incapaz de volverlo a usar.
*Fotos de Pablo Paniagua.