Si creías que para iluminar el rostro y resaltar aquello que más te favorece solo se conseguía con el contouring, estás equivocada. Llega el draping, la nueva técnica de maquillaje con la que se consigue ese efecto de forma más sencilla y con menos pasos. Así pues, se logra marcar e iluminar las facciones de una manera natural y todo ello gracias a los tonos de los blush.
Para realizar este nuevo contouring (aunque no tan nuevo, porque ya lo vimos con Cher en los años 70) se necesitan un dúo de blush de tonos oscuro y claro. Así pues, el oscuro se aplica en la mandíbula, los laterales de la nariz, la parte baja de la barbilla y de los pómulos y en las sienes para aportar profundidad. Mientras, el claro se pone en el área superior de los pómulos y la barbilla para dar luminosidad. Por ello, la diferencia respecto al contouring es que para ‘drapear’ los rasgos no hace falta utilizar polvos bronceadores, sino ese dúo de coloretes.
Para que quede más natural si cabe hay que aplicar primero una crema hidratante ligera, para que la piel no aparezca con brillos ni grasa. Además, con un buen corrector podremos camuflar las rojeces en el rostro, sobre todo, las que aparecen al lado de la nariz, y las ojeras y bolsas de los ojos. También hay que optar por un maquillaje ligero y del mismo tono que la piel para conseguir la naturalidad que queremos. Después, es cuando se aplica el colorete oscuro, en forma de manzana, y el tono claro.
Al combinar ambos tonos se consigue un maquillaje natural, con los que se aporta la luminosidad y suavidad del color claro y la apariencia saludable del oscuro. Y para que quede mejor, es mejor tonos anaranjados o melocotón y evitar rojos y rosas muy fuertes, ya que dan una apariencia más artificial. Además, con estos tonos blush se logra un rejuvenecimiento del rostro.