No fue la primera incursión del diseñador Yves Saint Laurent en el mundo de los perfumes, pero sin lugar a dudas fue, y es todavía hoy en día, la más recordada. Corría el año 1.977 cuando llegó al mercado Opium, una fragancia que marcó un antes y un después en el mundo de los perfumes. Una fragancia cuyo impacto sólo es comparable al que consiguió Chanel con su mítica nº5.
En aquellos años locos de la década de los ’70 YSL era el rey de la alta costura parisiense. Uno de aquellos genios que vivía peligrosamente en el París de los artistas. Fue en un barco, en una espectacular fiesta, dónde dio a conocer su nueva creación, fruto del trabajo de dos de las narices más prodigiosas de la época, Jean Amic y Jean-Louis Sieuzac de Roure.
Yves Saint Laurent quiso crear con Opium una fragancia que recuperase la familia olfativa oriental. Es Opium un perfume provocativo y voluptuoso, el que mejor recoge el estilo del diseñador francés. Fue el primer perfume francés de alta concentración, muy próximo a las fragancias americanas. Un auténtico acontecimiento que plasmó a la perfección el exotismo y el misterio de la China imperial.
Opium es droga, pasión, embriaguez. Opium fue una revolución en el mundo del marketing que marcó toda una década. Opium es una huella que no borra el paso del tiempo.