Uno de los errores más frecuentes en cuanto a cuidado del cabello es bastante fácil de enmendar: la elección del champú. Del mismo modo que elegimos unas cremas u otras en función de nuestro tipo de piel, también es recomendable escoger el producto para levar el cabello según casos.
Si tienes el pelo graso quiere decir que las glándulas sebáceas segregan más grasa capilar de la cuenta. Da un aspecto de poca limpieza y algo de descuido. Para evitarlo, utiliza única y exclusivamente productos indicados para este tipo de cabello y evitar especialmente los champús que son altamente nutritivos. Además, en estos casos no se debe abusar de las mascarillas y suavizantes y si vas a utilizarlos, lo mejor es que lo apliques sólo en las puntas y no en el cuero cabelludo.
En el otro extremo se encuentran los pelos quebradizos y secos. Aquí sí se puede apostar por un champú nutritivo porque va a hidratar en profundidad y, por lo tanto, reparará el pelo dañado. El cabello estará más suave, especialmente al añadir una mascarilla al proceso de lavado, que además facilitará el cepillado.
Por otro lado, el tratamiento reparador anti-caída debe ser tu apuesta si tu cabello es frágil y sufres pérdida. Es aconsejable que a la hora de cepillarte tu pelo esté seco, ya que un exceso de humedad puede hacerlo todavía más débil y, por tanto, provocar la caída. De hecho, secarlo al aire –sobre todo en verano- es una gran opción. De este modo evitarás el calor directo y dirigido del secador eléctrico.
Es importante tener en cuenta que en esta época del año los rayos UV son muy potentes y también pueden dañar y resecar el cabello. Además, hay que hay que sumarle los chapuzones en la playa y la piscina. Pero ¡tranquilidad! Existen productos específicos que contienen filtros contra la radiación ultravioleta para que el pelo lo pierda en luminosidad ni en salud.